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ESPACIO LUC BLIN -GSK-

 

HISTORIA DEL ESPAÑOL

HISTORIA DEL ESPAÑOL

 

 

El español o castellano es una lengua romance del grupo ibérico. Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, el español es una familia de cincuenta y ocho lenguas o variedades, que constituyen una cadena de solidaridad lingüística, con eslabones contiguos o eslabones más separados.[] Es uno de los seis idiomas oficiales de la ONU y, tras el chino mandarín, es la lengua más hablada del mundo por el número de hablantes que la tienen como lengua materna.[] [] Es también idioma oficial en varias de las principales organizaciones político-económicas internacionales (UE, UA, TLCAN y UNASUR, entre otras). Lo hablan como primera y segunda lengua entre 450[] y 500[] millones de personas, pudiendo ser la segunda lengua más hablada considerando los que lo hablan como primera y segunda lengua.[] Por otro lado, el español es el segundo idioma más estudiado en el mundo[] tras el inglés, con al menos 17,8 millones de estudiantes,[] si bien otras fuentes indican que se superan los 46 millones de estudiantes[] distribuidos en 90 países.

 

 

El español, como las otras lenguas romances, es una continuación moderna del latín hablado (denominado latín vulgar), desde el siglo III d. C., que tras el desmembramiento del Imperio Romano fue divergiendo de las otras variantes del latín que se hablaban en las distintas provincias del antiguo Imperio, dando lugar mediante una lenta evolución a las distintas lenguas neolatinas. Debido a su propagación por América, el español es, con diferencia, la lengua neolatina que ha logrado mayor difusión. Origen y nombre

 

El castellano se originó como un dialecto del latín en las zonas limítrofes entre Cantabria, Burgos, Álava y La Rioja, provincias del actual norte de España, que recibió una notable influencia fonológica del euskera arcaico que se hablaba en esta misma región (artículo principal: Sustrato vasco en lenguas romances), y se convirtió en el principal idioma popular del Reino de Castilla (el idioma oficial era el latín). De allí su nombre original de "idioma castellano", en referencia a la zona geográfica donde se originó.

 

 

La otra denominación del idioma, "español", procede del latín medieval Hispaniolus procedente de la denominación latina de la Península Ibérica "Hispania" o, más bien, de su forma ultracorrecta Spaniolus (literalmente: "hispanito", "españolito"), a través del occitano espaignol. Menéndez Pidal ofrece otra explicación etimológica: el clásico hispanus o hispánicus tomó en latín vulgar el sufijo -one (como en bretón, borgoñón, sajón, frisón, lapón...) y de *hispanione se pasó en castellano antiguo a españón, "luego disimilando las dos nasales se llegó a español, con la terminación -ol, que no se usa para significar naciones".[25]

 

 

Avatares históricos y socioecónomicos, y su uso popular como lengua de intercambio, convirtieron el castellano en la lengua franca de toda la península ibérica, en convivencia con las hablas vernáculas allí donde existían: a mediados del siglo XVI se estima que el 80% de los españoles ya hablaban castellano.[26] Con la conquista de América, que era una posesión personal de la corona de Castilla, el idioma español se extendió a través de todo ese continente, desde California hasta el Estrecho de Magallanes.

 

 

Polémica en torno a español o castellano

 

La polémica en torno a los términos español y castellano estriba en si resulta más apropiado denominar a la lengua hablada en Hispanoamérica, en España y en otras zonas hispanoparlantes «español» o «castellano», o bien si ambas son formas perfectamente sinónimas y aceptables, que es actualmente el criterio académico.

 

 

Como muchas de las controversias relacionadas con la denominación de una lengua identificable con un determinado territorio (español con España, y castellano con Castilla), o que lleva aparejada una ideología o un pasado histórico que provoca rechazo, o que implica una lucha en favor de una denominación única para facilitar su identificación internacional y la localización de las producciones en dicha lengua (por ejemplo, en redes informáticas), la controversia es de raíz ideológica, política y económica.

 

 

Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no hay preferencias por una denominación u otra. La ciencia lingüística, siempre que no actúe ideológicamente, se limita a estudiar y caracterizar la complejidad de los sistemas lingüísticos interrelacionados que componen un diasistema o lengua histórica (como conjunto más o menos complejos de variedades geolectales, sociolectales y funcionales, variables a su vez en el tiempo), y, terminológicamente, a recoger los diversos usos denominativos de una lengua o familia de variedades. Para la ciencia lingüística, pues, ambos términos son válidos a la hora de designar el diasistema de la lengua histórica llamada popular y oficialmente castellana o española.

 

 

En el ámbito normativo prescriptivo, según la normativa establecida por los principales organismos de política lingüística [27] del área hispanohablante en lo relativo a la codificación del estándar idiomático (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española ), castellano y español son términos sinónimos, aunque el Diccionario Panhispánico de Dudas, obra de carácter normativo actualmente vigente recomienda no obstante la denominación de «idioma español» por ser la utilizada generalmente en otros idiomas nacionales (spanish, espanhol, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.). Sin embargo, oficialmente, el artículo 3 de la Constitución de España establece que «El castellano es la lengua española oficial del Estado».

 

 

 

 

Historia

 

La historia del idioma español comienza con el latín vulgar del Imperio Romano. Tiene su origen en el latín vulgar presente en la zona central del norte de Hispania. Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V, la influencia del latín culto en la gente común fue disminuyendo paulatinamente. El latín hablado de entonces fue el fermento de las variedades romances hispánicas, entre ellas el castellano antiguo, origen a su vez (al menos en la proporción mayor) de las variedades que constituyen la lengua española. En el siglo VIII, la invasión musulmana de la Península Ibérica hace que se formen dos zonas bien diferenciadas. En Al-Ándalus, se hablarán los dialectos romances englobados con el término mozárabe (no árabe), además de las lenguas de la minoría extranjera-invasora alóctona (árabe y bereber). Mientras, en la zona en que se forman los reinos cristianos desde pocos años después del inicio de la dominación musulmana, comenzará una evolución divergente, en la que surgen varias modalidades romances; la catalana, la aragonesa, la astur-leonesa y la gallego-portuguesa, además de la castellana, que resultaría dominante entre la población de la península.

 

 

La lengua originaria castellana se originó en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos), con influencias vascas y de los germanos visigodos. Los textos más antiguos que se conocen en castellano son los Cartularios de Valpuesta, conservados en la iglesia de Santa María de Valpuesta (Burgos), un conjunto de textos que constituyen copias de documentos, algunos escritos en fecha tan temprana como el siglo X, seguidos de las Glosas Emilianenses, que datan de finales del siglo X o principios del XI, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura.

 

 

El castellano se extendió hacia el sur de la península a lo largo de la Reconquista y por la unificación de los reinos cristianos españoles mediante las sucesivas unificaciones dinásticas (unión con León y Galicia con Fernando III de Castilla, introducción de la dinastía castellana en la Corona de Aragón con Fernando I de Aragón que llevaría a la unión final peninsular con los Reyes Católicos). En el siglo XV, durante el proceso de unificación española de sus reinos, el sevillano Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su Grammatica. Es el primer tratado de gramática de la lengua española, y también primero de una lengua neolatina europea. La colonización y conquista de América llevada a cabo simultáneamente a la reconquista de Granada, expandió el idioma español por la mayor parte del continente americano. En esa época ya había comenzado el reajuste consonántico, que significó la reducción del sistema de fonémico al pasar de seis consonantes sibilantes a sólo una o dos según la variedad.

 

 

El idioma español siempre tuvo numerosas variantes geolectales que, si bien respetan el tronco principal latino, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario, como sucede con cualquier otra lengua. A esto hay que agregar el contacto con los idiomas de las poblaciones nativas de América, como el aimara, chibcha, guaraní, mapudungun, maya, náhuatl, quechua y taíno, que hicieron también contribuciones al léxico del idioma, no sólo en sus zonas de influencia, sino en algunos casos en el léxico global.

 

 

 

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